BONN.- Las tensiones entre Rusia y Ucrania tienen una historia que se remonta a la Edad Media. Ambos países tienen raíces comunes en el Estado eslavo oriental de Kievan Rus. Por esta razón, el presidente ruso, Vladimir Putin, habla siempre de “un solo pueblo”. En realidad, los destinos de ambas naciones estuvieron separados durante siglos, surgieron dos idiomas y culturas. Mientras Rusia se convirtió políticamente en un imperio, Ucrania no logró establecer su propio Estado. En el siglo XVII, grandes áreas de la actual Ucrania formaron parte del imperio ruso. Tras su desmoronamiento en 1917, Ucrania se independizó por poco tiempo, hasta que la Rusia soviética reconquistó el país.
El G7 reiteró su apoyo económico a UcraniaEn diciembre de 1991, Ucrania, junto con Rusia y Bielorrusia, fue una de las tres repúblicas que sellaron la disolución de la Unión Soviética. Moscú quería conservar su influencia y vio, entre otras cosas, en la creación de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), un instrumento para lograrlo. En el Kremlin, también creían que el suministro de gas barato sería una manera de controlar al país vecino. Pero no fue así, mientras Rusia y Bielorrusia formaron una estrecha alianza, Ucrania tenía la mirada puesta en Occidente, señala un informe de la agencia germana Deutsche Welle (DW).
Bajo la presidencia de Putin, se produjo la primera gran crisis diplomática entre Moscú y Kiev. En otoño de 2003, Rusia comenzó a construir una presa en el estrecho de Kerch hacia el islote ucraniano de Tuzla. Kiev lo vio como un intento de redefinir la frontera. El conflicto escaló y se resolvió tras una reunión bilateral entre ambos presidentes. Las obras se paralizaron, pero la amistad se resquebrajó.
En 2008, el entonces presidente estadounidense George Bush, intentó propiciar la integración de Ucrania y Georgia en la OTAN. Moscú dejó claro en ese momento que no aceptaría la independencia de Ucrania. Alemania y Francia impidieron los planes de Bush. En la cumbre de la OTAN en Bucarest, se dialogó con Ucrania y Georgia sobre la membresía de la OTAN, pero sin poner fecha. Al ver que con la OTAN no había avances, Ucrania intentó impulsar la conexión con Occidente a través de un Acuerdo de Asociación con la UE. En el verano de 2013, unos meses antes de la firma, Moscú ejerció una enorme presión económica sobre Kiev y obstaculizó las importaciones ucranianas. En ese contexto, el gobierno del entonces presidente Yanukóvich, que ganó las elecciones en 2010, suspendió el acuerdo negociado. Yanukóvich desencadenó protestas de la oposición y huyó a Rusia en febrero de 2014. El Kremlin aprovechó el vacío de poder en Kiev para anexar Crimea en marzo de 2014. Fue un punto de inflexión, el comienzo de una guerra no declarada.
Según indica el informe de la DW, a principios de 2015, los separatistas volvieron a la ofensiva y, según Kiev, se desplegó nuevamente el Ejército ruso. Moscú también lo negó. Las fuerzas ucranianas sufrieron una segunda derrota, esta vez en la ciudad estratégica de Debaltsevo. En ese momento, se llegó al acuerdo de paz Minsk-2, con mediación occidental, pero este sigue sin cumplirse hasta hoy. En otoño de 2019, se retiraron las respectivas tropas, pero Putin no quiere reunirse en persona con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski porque, desde el punto de vista de Rusia, no está implementando los acuerdos de Minsk. Desde diciembre de 2021, Putin exige a EE.UU. que Ucrania nunca pase a formar parte de la OTAN y no reciba ayuda militar. Pero la OTAN ha rechazado esta demanda. (DW)